Mejilla de tapiz

Alfileres sumergidos en agua bendita
El timo del candor
La reverberación del desliz

Fin de semana

Uno despierta al arrastrar las cortinas y recoger el polvo y los cabellos.. algunos rizados, otros lacios, rubios, marrones, canosos, pero no sucios, nunca.

Ya no cantan los pájaros, aunque la sinfonía de camiones tiene algo de esplendor.

Al caminar se lleva el dedo pequeño del pie en contra del otomán, el maldito otomán que a pesar de servir para descansar las piernas, la cabeza, el corazón... sólo representa un dolor agudo que regresa a la Tierra, y más que eso, hunde en ella, con sólo la cabeza afuera, lo suficiente como para seguir respirando y no poder despedirse de una existencia fútil, si como quiera pronto todos nos vamos.

Un rabo alargado negro sonríe al sacudir sus preocupaciones de lado a lado. Qué agradable el no entender y no querer hacerlo.

Sentarse con el café a leer el periódico y reírse, no de las noticias fantásticas, sino que de los pobres diablos que escriben respondiéndole al hombre en la torre.

Desde el sofá se piensa en la noche anterior y con sonrisas y lágrimas se quedan todas las promesas en el olvido. Las promesas que nunca hicimos.

trans

en la madrugada los perros se convierten en gatos,
se lanzan a las faldas de sus amas
y las invitan a bailar boleros
de cuando fueron otros

lazos y mercurio

rompe la hojalatería
innata chalina

ya no se ve el satélite
lame este cristal

Primer día del año dos mil dieciséis

Mira como corre el diablo con el rabo entre los muslos.

Wildert

justo tajo en el ojo
gasa mostaza en el pulmón
nubes tímidas se asoman
¿dónde estás en el frío de hoy?

domingo

despierto a lavar mi ropa,
pero el olor de tu cigarro sigue pegado a mi camisa.
hoy no es día para lavar.